Tras la entrega de notas, miles de niños y niñas llenos de energía, y ávidos de aventuras, juegos y nuevas experiencias, abandonan las clases y ponen en aprietos a sus progenitores y su conciliación familiar y laboral que, ante esta tesitura, optan por la opción más sencilla y ampliamente extendida en estas fechas: Los abuelos y abuelas.
Esta imagen, repetida cada periodo estival, puede parecer inocua e incluso tierna a ojos de las familias, pero esconde una terrible realidad que afecta a miles de abuelos y abuelas cada año. Y es que, en realidad, las largas estancias de nuestros hijos con sus abuelos, produce en nuestros mayores una serie efectos negativos a nivel físico, mental y emocional.
Según Susana Morientes P. licenciada en sociología por la universidad de Calahorra y experta en relaciones abuelo-filiares, 7 de cada 10 abuelos sufren de lo que cataloga como «una especie de estrés postraumático» similar al experimentado por los soldados tras un evento bélico, cuando sus nietos abandonan su casa tras el periodo estival. Este efecto psico-somático viene dado por una serie de causas:
1. Agotamiento Físico y Emocional: El entusiasmo de pasar tiempo con los nietos puede ser contagioso, pero la energía requerida para mantenerse al ritmo de los niños puede agotar incluso a los abuelos más en forma. El cansancio físico puede ir acompañado de una carga emocional, creando una combinación desafiante.
2. Cambios en la Rutina Diaria: Los abuelos, acostumbrados a sus propias rutinas, pueden sentirse desorientados cuando las vacaciones de verano alteran su estructura diaria. Adaptarse a nuevos horarios y actividades puede ser un desafío, especialmente para aquellos que valoran la estabilidad.
3. Problemas de Salud: La salud puede convertirse en una preocupación genuina durante la temporada de verano, ya que los abuelos pueden enfrentarse a la tarea física de mantenerse al día con las travesuras de los nietos. Lesiones accidentales o el desgaste general pueden convertirse en un problema.
4. Dificultades de Comunicación: La brecha generacional se hace evidente en la forma en que los abuelos y los nietos se comunican. Las diferencias en la jerga, las referencias culturales y las preferencias tecnológicas pueden dar lugar a malentendidos y frustraciones.
5. Conflicto en la Disciplina: Establecer límites puede convertirse en un terreno delicado. Los abuelos pueden sentirse atrapados entre ser permisivos para evitar conflictos y aplicar la disciplina según sus propias normas, creando tensiones con los padres.
6. Presión Financiera: Aunque el amor por los nietos es invaluable, el cuidado constante puede generar gastos adicionales, desde actividades recreativas hasta comidas especiales, impactando el presupuesto de los abuelos.
7. Falta de Tiempo Personal: La dedicación al cuidado de los nietos puede limitar el tiempo que los abuelos tienen para sí mismos, afectando sus momentos de tranquilidad y actividades personales que valoran.
8. Desafíos Tecnológicos: Las diferencias en la familiaridad con la tecnología pueden crear barreras en la comunicación entre abuelos y nietos, lo que puede generar frustración y aislamiento.
Ante esta terrible situación por la que pasan nuestros mayores, Susana Morientes P. plantea varias soluciones posibles:
- Educación temprana ( 4-5 años) para que los niños aprendan a cocinar y realizar las tareas del hogar mientras que sus progenitores están fuera de casa.
- Forzar a los niños a que suspendan entre 2 y 4 asignaturas para tener tareas que realizar durante el verano en casa.
- Creación de grupos de vecinos que realicen rondas de vigilancia por los domicilios del vecindario.
De forma adicional, Susana Morientes P. aconseja la suscripción a servicios como Netflix, Disney+ y otras plataformas de streaming, así como la adquisición de dispositivos móviles, ordenadores o tablets, para que los niños no se separen de la pantalla en todo el día.
Sea cual sea la opción elegida, la premisa debe ser la liberación de los abuelos y abuelas para que puedan disfrutar de su tan merecida libertad y descanso.
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